El agua subterránea constituye el 99% del agua dulce líquida de la Tierra y es vital para el sustento de ríos, lagos, humedales y sistemas ecológicos. Sin embargo, pocas personas ven el agua subterránea porque está oculta debajo de la superficie de la tierra. Para superar este «ocultamiento», este libro invita al lector a pensar en el agua dulce de la Tierra de una manera nueva, a visualizar que toda el agua superficial que vemos en ríos, lagos y humedales es solo la punta del vasto depósito de agua dulce de la Tierra; es decir, solo la «punta del iceberg» con la parte oculta del «iceberg» siendo agua subterránea líquida en lugar de hielo.
El agua subterránea da forma a la Tierra a través de la meteorización y los procesos geomorfológicos. Los ríos, lagos y humedales son manifestaciones superficiales de las aguas subterráneas, intercambiando caudal con el embalse de agua subterránea que las alimenta cuando necesitan agua y toma parte de su caudal cuando el agua superficial está presente en exceso. Este libro llama la atención sobre las formas en que el agua superficial que podemos ver está conectada y apoyada por el depósito de agua subterránea oculto que fluye continuamente y repone el ciclo hidrológico.

Este flujo continuo de agua subterránea es un gran depósito de agua dulce que se mueve lentamente (en sus reinos menos profundos), que reacciona químicamente con los materiales geológicos a lo largo de sus trayectorias de flujo e interactúa con los sistemas de transporte de agua de los ríos y la atmósfera. Este vasto embalse de agua subterránea sirve como: 1) un regulador del ciclo hidrológico del agua dulce mediante la mediación del flujo de las aguas superficiales continentales; 2) una fábrica química y una cinta transportadora para procesar el material de la Tierra y transportarlo desde los continentes hasta los océanos; 3) un depósito/planta de procesamiento de residuos; y 4) Un sistema global de soporte vital.
Se espera que la población de la Tierra de casi 8 mil millones en 2020 alcance los 11 mil millones para 2100. Los seres humanos tendrán que aprender a producir suficientes alimentos sin destruir el suelo, el agua y el clima. Esto ha sido llamado el mayor desafío que ha enfrentado la humanidad. La gestión sostenible de las aguas subterráneas es el núcleo de la solución. El conocimiento científico y la gestión adecuada de las aguas subterráneas son esenciales, porque las aguas subterráneas pueden aliviar el problema si buscamos su uso responsable y su reposición a través de una mejor gobernanza.